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Urania, la Musa Celeste
URANIA
PRIMERA PARTE
LA MUSA DEL CIELO

V. LA LUZ DEL PASADO - LAS REVELACIONES DE LA MUSA


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[Data de Fuente & Traducción]


*** Así habló mi guía celestial. Su semblante era hermoso como el día, sus ojos resplandecían con una brillante luz, su voz sonaba como música divina. Yo contemplaba los mundos que giraban alrededor nuestro en el espacio, y sentí que una armonía suprema reinaba en toda la Naturaleza.

*** "Ahora", dijo Urania, señalándome con su dedo el lugar en los cielos del cual nuestro Sol había desaparecido, "retornemos a la Tierra. Has aprendido que el Espacio es infinito. Ahora vas a aprender que el Tiempo es eterno".

*** Viajamos a través de muchas constelaciones, y al fin alcanzamos el sistema solar, porque vi que el Sol reaparecía como una estrella diminuta.

*** "¡Voy a concederte por un instante", dijo, "si no la visión divina, por lo menos la angélica! Tu alma está próxima a sentir las vibraciones etéreas que son la causa de la luz, y a aprender cómo la historia de cada mundo es eterna en Dios. Ver es conocer. ¡Contempla!"

*** Del mismo modo como el microscopio hace que una hormiga aparezca a nuestros ojos tan grande como un elefante, como, extendiendo su poder al más minúsculo átomo, éste puede volver lo invisible visible, así, al mandato de la Musa, toda mi vista a la vez adquirió un poder inimaginable, y fue capaz de distinguir a través del espacio cerca del Sol que la había eclipsado, la Tierra, antes invisible.

*** La reconocí, y mientras la observaba, su disco creció más grande, presentando la apariencia de la Luna unos pocos días previos a la Luna llena. Pronto fui capaz de distinguir, cuando el disco creció, sus aspectos geográficos principales, la mancha nívea en el Polo Norte, los contornos de Europa y Asia, el Mar del Norte, el Océano Atlántico y el Mediterráneo. Cuanto más concentraba mi mirada, tanto mejor podía ver. Los detalles más pequeños se volvían más y más visibles, como si estuviera mirando a través de series de lentes microtelescópicas de poder gradualmente incrementado. Reconocí Francia por su forma tal cual aparece en un mapa, pero mi hermoso país me parecía completamente verde, desde el Rhine al océano, y desde el Canal Británico al Mar Mediterráneo, como si estuviese cubierto por un bosque inmenso. Fui capaz, sin embargo, de distinguir más claramente objetos más pequeños, porque pude reconocer fácilmente por su posición, los Alpes, los Pirineos, el Rhine, el Rhone y el Loira.

*** "Fija bien tu atención", continuó mi compañera. Cuando ella pronunció estas palabras tocó mi frente con las puntas de sus dedos, como si deseara magnetizarme, haciendo que mis facultades perceptivas se vuelvan todavía más agudas de lo que ya eran.

*** Entonces miré de más cerca la vista delante mío, y reconocí el Gaul del tiempo de Julio César. Ésta fue la época de la guerra de independencia agitada por el patriotismo de Vercingetorix. Vi todo esto desde la altura en la que estaba, como vemos los paisajes lunares a través del telescopio, o como vemos la Tierra desde un globo; pero pude reconocer Gaul, l'Amerque, Gergovia, la Puy de Dôme, volcanes extintos, y mi mente fácilmente reconstruyó la escena Gálica de la cual esta imagen reducida fue presentada a mi mirada.

*** "Estamos tan distantes de la Tierra", dijo Urania, "que le tomaría a su luz la misma extensión de tiempo alcanzarnos como ha pasado desde los días de Julio César. Nosotros recibimos aquí y ahora sólo los rayos de luz reflejados de la Tierra en ese período. Pero la luz viaja a través del espacio con una velocidad de trescientos mil kilómetros por segundo. Esto es rápido, es verdad, pero no es instantáneo. Los astrónomos de la Tierra, quienes ahora están observando las estrellas en las regiones donde estamos, no las ven como ellas son ahora, sino como fueron en el tiempo cuando los rayos de luz que nos alcanzan fueron reflejados desde la Tierra; es decir, como ellas eran hace dieciocho siglos".

*** "Ni desde la Tierra", añadió, "ni desde algún otro punto del espacio, el observador contempla las estrellas como ellas son ahora, sino como han sido. A mayor distancia que ellas están, menos reciente el conocimiento que él tiene de su historia.

"Tú observas con el mayor cuidado, a través del telescopio, estrellas que no existen más. Muchas de las estrellas que ahora puedes ver con el ojo desnudo no existen más. Muchas de las nebulosas, cuya sustancia analizas por medio del espectroscopio, se han convertido en soles. Muchas de tus más hermosas estrellas rojas están, en realidad, extintas y muertas. Aproximándote al sitio donde habías supuesto que ellas están, nunca más las verías. La luz que emana de todos estos soles que pueblan la inmensidad, la luz reflejada a través del espacio por todos estos mundos iluminados por estos soles, fotografía a través del infinito cielo los siglos, los días, los momentos que pasan - cuando tú observas una estrella, la ves como fue en el instante en el que la impresión fotográfica que recibiste de ella fue producida, lo mismo que, cuando escuchas un golpe de reloj, el sonido te alcanza sólo después de que éste ha cesado de golpear, y, cuanto más tiempo después, mayor su distancia de ti.

*** "De esto resulta que las historias de todos los mundos están viajando a través del espacio sin desaparecer totalmente, y que todos los eventos del pasado están presentes y viven para siempre en el seno del Infinito.

*** "La duración del Universo será interminable. La Tierra tendrá un fin y un día será sólo una tumba. Pero habrá nuevos soles y nuevas tierras, nuevas primaveras y nuevas sonrisas, y la vida siempre florecerá en un universo sin límites y sin fin.

*** "Deseaba mostrarte", dijo, después de una pausa momentánea, "que el tiempo es eterno. Tú has visto que el espacio es infinito. Has comprendido la grandeza del Universo. Dirijamos nuestro curso a la Tierra, y retornemos a tu hogar.

*** "Como para ti mismo", continuó, "sabed que el conocimiento es el fundamento más seguro de valor intelectual; no busques ni pobreza ni riquezas; mantente libre de la ambición, como de todas las otras especies de esclavitud. Sé independiente; la independencia es la más importante de las bendiciones y la primera condición de la felicidad".

*** Urania había hablado en su voz más dulce; pero la emoción que las extraordinarias escenas de las que había sido testigo produjeron en mí fue tal, que fui embargado con un repentino acceso de temblor. Un escalofrío me recorrió de la cabeza al pie, y esto fue, sin duda, lo que me causo despertar con un repentino sobresalto. ¡Ay! este delicioso viaje celeste había llegado a su fin.

*** Busqué a Urania con mi mirada, pero no pude verla. Un rayo de luz de luna que entraba por la ventana de mi recámara, se dirigió sobre el filo de la cortina, y pareció contornear vagamente la forma etérea de mi guía celeste; pero esto fue nada más que un rayo de luz de luna.

* * * *

*** Retornando el día siguiente al Observatorio, mi primer impulso fue apresurarme, con algún pretexto, al estudio del Director de modo que pueda de nuevo contemplar a la agraciada Musa que me había favorecido con tal maravilloso sueño.

*** El reloj había desaparecido.

*** Durante días y semanas lo busqué sin tener éxito alguno en verlo de nuevo, o siquiera en enterarme qué había llegado a ser de él.

*** Yo tenía un amigo, un confidente -casi de mi misma edad, aunque parecía un poco más viejo debido a una barba que le estaba empezando a aparecer- un adorador del Ideal también, y todavía más soñador que yo. Él era el único, quizás, en el Observatorio, con quien yo había formado algunos lazos estrechos de amistad. Él era el partícipe de mis alegrías y tristezas. Nuestros gustos, nuestras ideas, incluso nuestras opiniones eran los mismos. Él había sido capaz de comprender mi sentimiento, mi juvenil admiración de una estatua, cómo era que en mi imaginación la había investido con el atributo de vida, y mi tristeza en haber perdido así de repente a mi querida Urania, justo cuando me había vuelto más unido a ella. Él más de una vez había admirado conmigo los efectos producidos sobre ese semblante de bronce, por la luz, y sonreído por mis éxtasis como un indulgente hermano mayor, ridiculizándome a veces un poco severamente, quizás, por mi pasión por un ídolo, e incluso llegando tan lejos como a llamarme "Camille Pygmalion". Pero, en su corazón, ví que él también la amaba.

*** Este amigo, que ¡ay! iba a ser apartado de mí unos pocos años después, en la flor de su juventud; este George Spero, un hombre de profundo intelecto y noble alma, cuya memoria por siempre me será querida, era entonces el secretario privado del Director, y yo recibí una prueba de la sinceridad de su afecto, en esta ocasión, en una atención tan agraciada cuanto inesperada.

*** ¡Un día, volviendo a casa, vi con indecible asombro, de pie justo frente a mí en la repisa de mi chimenea, el famoso reloj!

*** ¿Era éste por cierto el reloj? ¿Pero cómo había llegado aquí? ¿Quién lo había traído y de dónde había venido?

*** Yo me enteré que el ilustre descubridor de Neptuno lo había enviado a uno de los principales relojeros de París para ser reparado; que éste, que justo había recibido de China un antiguo reloj astronómico altamente interesante, se lo ofreció a cambio al Director, quien hubo aceptado su oferta, y que George Spero, a quien se le había confiado la transacción, había recuperado la obra de Pradier, con el propósito de obsequiármela a mí como un recuerdo de las lecciones de matemática que le había dado.

*** ¡Con qué alegría contemplé de nuevo a mi Urania! ¡Con qué alegría dejé que mi vista se entretenga en ella. Esta encantadora representación de la Musa Celestial desde entonces nunca me ha dejado. En mis horas de estudio, la hermosa estatua se yergue delante de mí, como si para recordarme del discurso de la diosa, para anunciarme el futuro de la astronomía, para dirigirme en mis joviales aspiraciones hacia el conocimiento. Desde entonces, emociones más pasionales han removido mis sentidos, seducido mi alma, sostenido cautivo mi corazón; pero nunca olvidaré el sentimiento ideal con el que la Musa de las estrellas me inspiró, ni el viaje celestial en el que me transportó, ni los extraños panoramas que entonces se desplegaron ante mi vista, ni las verdades que me reveló con respecto a la extensión y la constitución del Universo, ni la felicidad que me confirió al asignarme como el objetivo intelectual definido de mi vida, la calma contemplación de la Naturaleza y de la Ciencia.

 

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Camille Flammarion

Camille Flammarion
(1842 - 1925)

Camille Flammarion (1842-1925), astrónomo francés conocido por su talento para popularizar la astronomía. En 1862 fue expulsado del Observatorio de París por Urbain Le Verrier después de que publicara su obra La pluralidad de los mundos habitados. Esto no impidió a Flammarion continuar sus observaciones. En 1879 publicó su manual de astronomía popular, que tuvo un inmenso éxito. Entretanto trabajó como calculador en la Oficina de Longitudes; sus capacidades en materia de astronomía fueron muy reconocidas. En 1883 hizo construir un observatorio en el municipio de Juvisy-sur-Orge, donde se instaló y continuó sus investigaciones hasta su muerte. Realizó numerosas observaciones de los planetas del Sistema Solar y en 1887 fundó la Sociedad Astronómica de Francia.

Fuente de la presente cita onomástica: "Camille Flammarion." Microsoft ® Encarta ® 2007. [CD] Microsoft Corporation, 2006.


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