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¡Respirando Intensidad!


¡RESPIRANDO INTENSIDAD!
Intensidad y Prana, Alimento del YogHi
(Reflexiones sobre lo que hace
de una práctica X, una práctica Yoga)*

A VB., GA. y JCN.
Forjadores Scenios.
Y a tod@s l@s que se aplican al Yoga
con criterio de Intensidad.


En SCENIA veneramos el constructo ‘INTENSIDAD’. En principio, todo servicio se levanta sobre este pilar. Pero no siempre es posible definirlo conceptual u operacionalmente como quisiera un lexicógrafo. Esto puede deberse a la complejidad del referente del constructo; a la voluntad de no complicarnos y no complicar innecesariamente a nuestro interlocutor de turno. O tal vez porque definir conceptos en nuestro  ARTE  no equivale a diseccionarlos en sus semas fundamentales y articularlos en redes conceptuales rotando y graduando los ejes desde el apacible microclima de gabinete; sino que demanda el áureo tiempo vital. Puesto que la INTENSIDAD es un concepto tan central y caro al scenio, su despliegue, ergo, requiere de la mayor INTENSIDAD posible. (O como lo han puesto los antiguos alquimistas: ¡PARA FABRICAR ORO, HAY QUE TENER ORO!).

“- A propósito,” -nos interroga una amiga en esos espacios libres que Cronos nos obsequia de cuando en cuando- “¿Cuál Yoga es más intenso: Sivananda o Iyengar?“-La verdad, no sabemos.” –es nuestra respuesta. Y dirigiéndonos al grueso, preguntamos: “- Vds. que llevan tiempo practicando varios estilos, ¿cómo lo ven?”

Escuchamos con interés creciente la varianza de las preferencias (¿raga y dvesa?), intercambio muy instructivo de suyo; pero en nuestro fuero interno sospechamos que las cosas no van por allí… Tratamos de hacer memoria y capturar la primera vez que oímos mentar el dichoso TETRASÍLABO, con el resultado de evocar por oleadas las lecciones de VB., GA. Y JCN., en nuestros inicios scenios. Éstas solíamos empezar declamando el paradigmático “SI…”, de R. Kipling (para nosotros, la “Oración de la Intensidad”, que después –aprendimos– sería tributaria de la Bhagavad Gita 12, versos 13 – 20), seguido de otros textos  no menos sensibles, como la prédica de Juan Bardina por una Vida Intensa, en su “Energía de la Voluntad”.

Siguen cabalgando los recuerdos...

Nos vemos divididos en dos grupos. Al primero (Aº), GA  solicita le indiquen todos los usos que pudieran concebir de un ‘carro’, todos los usos sin censura. La primera respuesta en ser lanzada como era de esperarse es la de ‘medio de transporte’. A ella le siguen otras tales como: ‘herramienta de trabajo’ , ‘vivienda’, ‘biblioteca móvil’,  ‘cafetería’.  No falta  quien se atreve a espetar: un ‘estímulo para atraer la atención de las chicas’ y ‘refugio para parejas dispuestas a hacer el amor’ (¡risas!). Le suceden propuestas menos hilarantes como: ‘medio publicitario’, un ‘objeto para descargar nuestra agresividad contenida’, un arma para 'destruir al enemigo', 'contaminar el medio ambiente',' reducir la población’, y…  (No extenderemos la lista para incentivar la imaginación del lector).

El segundo grupo (Bº), recibe de JCN el encargo de  limpiar una habitación, con la condición de hacerlo utilizando la mayor cantidad de herramientas, lo más específicas para cada objeto o tarea. Los amigos a regañadientes (¡se quejan de que al grupo A les dejaran –según ellos– un trabajo más fácil!) reportan haber empleado escobas para el piso, sacudidores de plumero para las paredes, periódicos humedecidos y trozos de tela seca para las ventanas, brochas de distinta numeración (incluidos pinceles) para diversos ángulos.  El ejercicio no queda allí sino que tendría que aplicarse a las distintas actividades de la semana, del mes, o simplemente,  hasta nuevo aviso. 

Tanto GA como JCN eran de la opinión que nuestras disquisiciones en materia filosófica, esotérica y espiritual, amén de otros campos, no podíamos gestionarlas sino en términos relativos; que trascender éstos demandaría de nuestra parte cierta movilización noética (vg. manipulación del 'punto de encaje', en Castaneda) y la correspondiente transformación ontológica. Luego, no era raro verlos acudir a distintos recursos metodosóficos que o bien renunciaban al juego mental desde un principio, lo desafiaban en el interín o lo coronaban a término. JCN, en particular, prefería llevar toda racionalidad a su límite, beneficiándonos de sus bondades antes de extenuarla de cara a la complejidad.

Impacto de esta formación sería el constante estado de alerta ante las prisiones que nos tienden nuestros propios marcos culturales y epistémicos, pasibles de explotación por dogmatismos doctrinarios y esquematismos técnicos; y no obstante, la disposición de asimilar, de ser necesario, la potencia de los marcos servidos dentro de una lógica del "como si..."). “La Intensidad de Aº” –decía respecto al ejercicio–  “está en su polivalencia y economía. La intensidad de Bº, en su discriminación individualizante. En ambos casos, la vida les hará crecer con las bendiciones y los problemas derivados de tales lances.”

La Intensidad se asocia con el progreso espiritual y el progreso espiritual puede ser vehiculizado por la técnica. Pero el secreto está no en la técnica como fetiche; sino en la construcción de una actitud, de un carácter en nuestra internalización dialógica de esa técnica. La técnica yoga obsequia su intensidad a las personas intensas. Recuérdese lo que se dijo más arriba de los alquimistas.

Esta enseñanza, a la que no pocas veces hacemos oídos sordos, ha sido entregada por los Maestros. Paramahansa Yogananda, por citar a uno familiar, en su Autobiografía, en medio de la sumaria exposición de la estructura del Kriya Yoga en el ‘currículum’ de Lahiri Mahasaya, introduce una sabrosa anécdota. La reproducimos a continuación:

§“Lahiri Mahasaya había dividido cuidadosamente el Kriya en cuatro progresivas iniciaciones. Concedía las tres técnicas más elevadas únicamente a los devotos que habían manifestado un definido progreso espiritual. Un día cierto chela, considerando que no se le había apreciado en su verdadero valor, manifestó ostensiblemente su descontento.

- Maestro –le dijo–, con certeza ya estoy preparado para la segunda iniciación. 

En ese momento se abrió la puerta y entró un modesto discípulo, Brinda Bhagat, que era un cartero en la ciudad de Benares.

- Brinda, siéntate cerca de mí. – El gran Maestro le sonrió amablemente-. Dime,  ¿estás ya listo para recibir la segunda técnica de Kriya?

El pequeño cartero trenzó las manos en ademán suplicante:

- ¡Gurudeva –dijo con temor-, por favor, no más iniciaciones! ¿Cómo podría yo asimilar una técnica más elevada? ¡He venido hoy para pedirte tus bendiciones, porque la primera parte del Kriya me ha embriagado tanto, que ya no puedo entregar mis cartas!

- Ya Brinda nada en el océano del Espíritu.

A estas palabras de Lahiri Mahasaya, el otro discípulo dobló la cabeza.

- Maestro –le dijo-, ya veo que he sido un mal obrero, que ha culpado su inhabilidad a sus herramientas

Yogananda concluye la historia ofreciéndonos una semblanza de ese hombre y su devenir:

El cartero, que era un hombre sin cultura, desarrolló más tarde su intuición a través de Kriya a tal grado, que hasta catedráticos le buscaban ocasionalmente para obtener de él la interpretación de complicados pasajes de las Escrituras. Inocente por igual de pecado y sintaxis, el pequeño Brinda ganó el renombre en los dominios de los ilustrados panditas." (Tomado de:  Autobiografía de un Yogui:  Cap. XXXV. Pp. 273 – 274).

Y en virtud de la ley de correspondencia: “Como es arriba es abajo”, no existe un abismo insalvable entre la empresa del espíritu y su homóloga mundana (de aquí, quizás, la moda de los gurúes empresariales); estando tejido el factor relacionante, el puente, con las fibras de la INTENSIDAD.  Veámoslo con otra anécdota:

§ Juan trabajaba en una empresa hace dos años. Siempre fue muy serio, dedicado y cumplidor de sus obligaciones; llegaba puntual y estaba orgulloso de que en dos años nunca recibió amonestación alguna.
Cierto día buscó al Gerente para hacerle un reclamo:

- Señor, trabajo en la empresa hace dos años con bastante esmero, y estoy a gusto con mi puesto pero siento que he sido postergado. ¡Mire!, Rogelio ingresó a un puesto igual que el mío hace sólo seis meses y ya está siendo promovido a Supervisor.

- ¡Uhmmmm!,- le dice el Gerente, mostrando preocupación-. Mientras resolvemos esto, quisiera que me ayude a resolver un problema.

- Quiero dar fruta al personal para la sobremesa del almuerzo de hoy. En la bodega de la esquina venden fruta. Por favor, averigüe si tienen naranjas.

Juan se esmeró a cumplir con el encargo y en cinco minutos estaba de vuelta.

- Y bien, Juan, ¿qué averiguó?

- Señor, tienen naranjas para la venta.

¿Y cuánto cuestan?

- Ah… no pregunté.

- OK., ¿pero vio si tienen naranjas para todo el personal?

- Tampoco pregunté por eso señor.

- ¿Hay alguna fruta que pueda sustituir a la naranja?

- No sé señor, pero creo…

- Bueno, ¡siéntese un momento!

El Gerente cogió el teléfono y envió a llamar a Rogelio.
Cuando éste se presentó le dio las mismas instrucciones que le diera a Juan, y en diez minutos estaba de vuelta.
Cuando llegó Rogelio, el Gerente pregunta:

- Y bien, Rogelio, ¿qué noticias me tiene?

- Señor, tienen naranjas, lo suficiente para atender a todo el personal. Y si prefiere también tienen plátano, papaya, melón y mango.  La naranja está a 1,5 pesos el kilo, el plátano a 2,20 la mano, el mango a 2,8 el kilo, la papaya y el  melón a 2,8 pesos el kilo. Me dicen que si la compra es por cantidad, nos darán un descuento del 8%. He dejado separada la naranja, pero si Usted escoge otra fruta debe regresar para confirmar el pedido.

- Muchas gracias Rogelio, pero espera un momento.

- Se dirige a Juan, que aún seguía esperando estupefacto y le dice:

- Juan, ¿qué me decía?

- Nada, Señor. Eso es todo. Con su permiso… (Tomado de: Ppt. Motivacional Circulante).

Lo avanzado hasta aquí nos abre nuevos rumbos en nuestra proyección noosférica:

Nos vemos conversando con algunos amigos psicólogos. Ellos nos comparten cómo la gente suele preguntarles cosas tales como: “¿Qué significa que habitualmente X (una persona significativa) vista y calce así, se siente de tal o cual manera, etc.?” O, “¿Por qué me miras con esos ojos? ¡Ya me estás analizando, ¿verdad?!”  Si bien las psicologías de orientación hermenéutica dan por sentado que toda conducta humana es significativa, comunicativa y proyecta una psiquis (particularmente el ‘inconsciente’) de otro modo invisible, que aparece cual libro abierto a quien sepa interpretar sus claves; no por ello –se quejan- uno va  a fungir de psicólogo siempre… 

- No por ello uno va a fungir de psicólogo siempre…
- No por ello uno va a fungir de psicólogo…
- No por ello…

La frase que nos martilla el análogo-cerebral, es cortejada con una sonrisa, al caer en cuenta que estos amigos no estarían en desacuerdo con F. Mires cuando en su ‘Crítica de la Razón Científica’ apunta:  “En la práctica cotidiana, analizar los valores por los cuales regimos nuestra vida, de un modo estrictamente científico, es el mejor medio de arruinarnos la vida”. [Nota: En el ideal de ciencia de Mires, en contraste, los conceptos deben estar sometidos a un diario plebiscito]. [Mires, F.: CRC. [cap. 2, sección 2] P. 157.]

¿A qué viene esto en lo que toca al YogHi? -nos preguntamos-.  El YogHi trabaja  con el auto-concepto que le vierte cada experiencia de la vida, cuya maquinaria trascendental propende a su depuración, autocontrol y autorrealización. El YogHi es YogHi en todo momento y no sólo cuando practica las técnicas de su sadhana. Mejor dicho, el Yoghi tiene a su disposición la mayor Intensidad, porque ha identificado su vida con su sadhana y su sadhana con su vida. Ahora, ser capaz de inyectar criterio, actitudes, prácticas yóghicas en cada una de las esferas de nuestra actividad, de nuestra actividad principal, mínimamente, significa incrementar la intensidad.  Las consecuencias de lo visto son enormes:

Ningún prospecto que se precie de serio puede sobrevalorar los obstáculos (tiempo, dinero, enfermedad, etc.) y relegarse del camino. A lo mejor no hemos sido bendecidos con la fortuna de la iniciación en ‘Nn’. (léase: una técnica cualquiera);  pero estando moderadamente informados del  Marco YógHico, provistos de la mejor de las actitudes y una cuota de creatividad, bien podríamos hacer del diario ritual del baño (purificación) o del limpiar el polvo (los vrttis) de nuestros humildes vitrales (mente), o al desyerbar la maleza (los sad-ripus) de nuestras huertas (Templo Consagrado a K) , sendas técnicas de primerísimo nivel (Nota: Si no nos creen, pregúntenselo a Fray Martincito, el Santo de la Escoba).  En este modelo, la intensidad del practicante se inyecta a la técnica, cuya aplicación iterada podría potenciarla  exponencialmente. 

O como humildes maestros de escuela, en el acompañamiento de nuestros estudiantes,  podemos ayudarles a encontrar sentido a sus vidas en una sociedad que no puede jactarse de buena salud en valores (que no es lo mismo que imponérselos); o retroalimentarles  la corrección de su postura corporal, o prodigarles algunas técnicas respiratorias para que lean con el ajuste de velocidad requerida, para que vocalicen mejor, sin tensión, sin preocupación…  Podemos incluso simular Samyama desde las áreas de redacción y argumentación, induciendo la concentración de su atención, persiguiendo el estado univariado de la mente, por el recurso de  coordinar sus ideas en torno a una idea -fuerza central; esto es, sin que se dispersen ni  desconecten del pivote seleccionado. Otrosí decimos,  promover el servicio desinteresado y prevenir desde niños esas actitudes que tanto aquejan la buena convivencia cuando se despliega intensidad, como son los vetos al Saber-Osar, al Querer-Callar, al Deber-Hacer, al Tener-Poder y al Ser-Parecer  (cuya forma más alarmante es el “bullying” y la más inocente -aunque no menos perversa-,  los tratamientos de ‘metete’ y ‘sobón’ - ¡Ay de ti Rogelio si eres interpretado en humor tamásico!). Y si nos damos permiso para hacer todo ello a la luz del Karma Yoga, ¡cuánto mayor la realización!

Obviamente, lo ideal es recorrer la Yoga Vidya en su completud, alineando el propio ritmo con el acompañamiento calificado (instructores, maestros y escuelas); el mismo que se espera gravite la zona de desarrollo próximo del estudiante; siendo respetuoso de su nivel de desarrollo real (actual) y a la vez alimente su nivel de desarrollo potencial (Nota: los términos en cursiva son constructos vygotskyanos y en ese espíritu deben interpretarse. Para una introducción sumaria a estos constructos, pulse aquí). Otrosí decimos, los Maestros, la literatura y demás inductores están al servicio del estudiante con el encargo de asegurar la construcción por etapas de un eu-yoga (Nota: 'eu ≠caco', corre en paralelo con la 'eufonía' y la 'cacofonía' de la fonética), por un lado; y vigilar las tentaciones y desviaciones hacia un marco antiyóghico, por otro. La intensidad, como se ve finalmente, demanda tanto al maestro en el estudiante como al estudiante en su preceptor.

Pero la INTENSIDAD  –seguimos escudriñando el constructo– es tan opulenta que se resiste a que extenuemos sus viñedos. Hablar de Intensidad implica preguntarnos: ¿qué hace de una práctica X, una práctica Yoga?

Aquí en principio hay que tener en cuenta que: 

“Cuando hablamos de yoga, nos referimos al proceso por el cual uno vincula su conciencia con la Suprema Verdad Absoluta. A dicho proceso le dan diferentes nombres los diversos practicantes, en función del método específico que se adopta. Cuando el proceso vinculador se encuentra predominantemente en el seno de las actividades fruitivas, se denomina karma-yoga; cuando es predominantemente empírico [SIC], se denomina jñana-yoga; y cuando se trata predominantemente de una relación devocional con el Señor Supremo, se denomina bhakti-yoga.” (En El Bhagavad Gita tal como es. VI-46;  Comentario de SDG. A.C.  B.S.P., fragmento).

Y a partir de ello, podemos elaborar las líneas que siguen:

i.-- Una práctica ‘X’ (método, técnica y performance) es ‘yóghica’,  por su eficacia potencial-efectiva en la inducción de la ‘conectividad ejemplar’ de la consciencia individual con la Suprema Verdad Absoluta; donde, por ‘conectividad ejemplar’ entendemos la interpretación judicativa (referencia a visiones y valores) legitimada de la onticidad de esta conexión.

ii.- Un método dado “Xi” constituye una circunscripción “Mi” (Marco particular) de la Ciencia Yoga (My), que confiere a las prácticas un color especial; correspondiendo al practicante contribuir con la tonalidad y sus gradaciones, por un lado; y las combinaciones, por otro, de cara a la consecución del objetivo yoghístico (YUJ). 

iii.- El Yoghi es tanto más  intenso en la medida que haga rendir a su máxima potencia las posibilidades de su Marco.

iv.- El Marco particular asumido por el Yoghi es lo que define en la práctica su INTENSIDAD, bajo un fondo de INTENSIDAD ESENCIAL, cuyo valor, en principio, es idéntico en todos los seres humanos.

Planteábamos líneas arriba que Yoga no es la técnica o el programa per-se, cualquiera su denominación o afiliación; sino el inter-comportamiento del practicante (y su biografía) con dicha técnica (y su historicidad implicada). Que Yoga es una entidad viviente, sensible e inteligente que se entrega en tanto que el practicante también se entregue a ella. Y la autorrevelación del Yoga, resultado de la entrega y ofrenda idiosincrásicas del practicante, es la YOGHICIDAD.

A guisa de comentario señalaremos que muchos acuden al Yoga expectantes de beneficio en distintas facetas de su existencia corriente (pasar el tiempo, salud, belleza, creatividad, liderazgo, dones psíquicos, etc.) y en estos términos lo propaga la publicidad. ¡Y no está mal! 

Correlativamente, no pocos se extrañan cuando, huéspedes del 'ashrama' del Karma Yoga, por decir, hallan que acá se pone entre paréntesis la recepción fruitiva. La reducción de la disonancia llegará al alma cuando ésta realice el genuino sabor de la ‘RECEPCIÓN’, que en Yoga es la ↓recepción (↑construcción) de la YogHicidad.

Dijimos en otra parte: "La YogHicidad es una dimensión del Ser que se hace manifiesta a través de la Práctica del Yoga. Consiste en la actitud empoderada (esto es, asistida por capacidad) para superordinar el propósito YógHico Último (el Supremo Yug) a todo objetivo y actividad personales; o lo que es lo mismo, subordinar éstos al primero.
La medida de la YogHicidad es la INTENSIDAD. De un Yoghi se dice que es "intenso" cuando y en cuanto es capaz de:
i).- Postergar o relativizar toda proferencia, performance o interés propio en pro de la consecución del Yug y del Logos (el llamado silente del Espíritu) según la tipicidad de la Era. O,
ii).- Conectar toda su vida, potencias y circunstancias al Yug Eternal.
Indicadores de la YogHicidad centrada en un sujeto pueden ser el tiempo consagrado a la práctica, la elevación del criterio con el que se vive, evalúa, actúa y presta servicio (sutilidad de espíritu) y sobre todo el logro conquistado (Silencio - 'Yogah cittavrttinirodhah' - y No Ego).
El Yoga es tal en la medida que contribuya a incrementar la intensidad (la YogHicidad) en el repertorio del practicante.
Cualesquiera prácticas ectodérmicamente yóghicas que no sean funcionales a este propósito no son YOGA para un individuo determinado. Cualesquiera prácticas que si contribuyen a este fin, son endodérmicamente yóghicas con independencia de su forma y procedimentalia.
Encargo de los yoghis es no devaluar la potencia 'intenso-poiética' de los entornos y técnicas yoga e incrementar las propias y de otros sistemas y entornos, sean éstos yóghicamente adjetivados o no.
"

(Habitualmente el practicante está en deficiencia en relación con su marco. Y a esto se añade la devaluación activa o pasiva que en su recorrido pudiera propiciar. Creemos que nadie con dos dedos de frente se atrevería a tirar la primera piedra).

El forjador scenio quería honrar este ideal. Como trascendentalista, tenía el encargo de Viento, y de Viento propalaba el encargo de “observar la humanidad en sí mismo y en sí mismo la humanidad”. Lamentaba que muchos estudiantes en medio de su formación y durante el ejercicio profesional se quedaran en un nivel funcional. “Ejercen para satisfacer una demanda personal-social y obtener a cambio un beneficio económico (hay quienes incluso anteponen el lucro al encargo y la demanda social, aun en temas espirituales) y de estatus. Pero olvidan la trascendencia  sociocultural, la axio-epistemológica y la Metafísica”.

Es necesario que la enseñanza eleve a foco de consciencia-existencia el concepto “Misión”.
“Si el Yoga no es tan sólo una técnica por compleja y potente que fuera”, –pensaba–, “si el Yoga es primariamente una Actitud, una Vocación y un Ministerio, ¿cuál sería el impacto del acceso del individuo a la conciencia YógHica?” La respuesta no se haría esperar: “Si toda la Vida es Yoga, luego cualquier cosa que el Yoghi autorrealizado toque (¡el toque del Rey Midas!), habrá de transmutarse eso mismo en Yoga. “
"Ha llegado la hora" –planteaba- "de que cada individuo transforme su actividad principal en i).- un escenario de Yoga, ii).- una práctica Yóguica con propósitos específicos o iii).- una disciplina yógHica propiamente dicha. De ese modo –decía– se imprimirá alma e intensidad a un sistema educativo y profesional en crisis".

En cristiano, lo que la Scenia quería era asistir al despliegue de yoghis médicos, profesores, abogados, políticos, ingenieros y artistas, entre otros. Inspirada en el Karma Yoga, anhelaba que a los clásicos 'Ashtanga', 'Karma', 'Bhakti', 'Jnana-Yoga', etc., se les añadan los post modernos: ‘Matemática-Yoga’, ‘Enfermería-Yoga’, 'Bio-química-Yoga', ‘Jardinería-Yoga’, y otros por el estilo.

¡Vuelas Scenia! Embriagada con tus sueños, ¿acaso no fuiste consciente que tus tres escenarios demandaban grados de intensidad creciente; la tercera, particularmente, no abierta al hombre común, por virtuoso que sea?:

“Las Ciencias Sagradas, por definición, son estructuras reveladas o transmitidas al ser humano a través de una mediación autorizada y de conformidad con un Plan Cósmico, a efectos de su implementación ascendente y creativa; y no un set de disciplinas, de oscuro origen y especulativo propósito, construidas empíricamente, por ensayo y error o de acuerdo con cierta visión y horizonte limitado de la planificación humana”.

Con todo, el proyecto prosigue en sus estadíos primarios y restriciones asumidas:

i.- Bajo la rúbrica para y proto (eu) yógHica (donde los prefijos 'para'/'proto' anuncian su carácter antecedente, asociado y derivado; en tanto que 'eu ≠caco', corre en paralelo con la 'eufonía' y la 'cacofonía' de la fonética).
ii.- Procurando coordinar las vías empírica, racional e intuitiva (tributarios de la investigación y la inmersión vital) con lo revelado-transmitido, sujeto a custodia.
iii.- Asistidos de un modesto despliegue metodológico, metodopráctico, metodosófico, etc. (Donde la  prevalencia del “MÉTODO” nos recuerda al omnipresente “MARCO”, que otorga dinámicamente sus valores a la INTENSIDAD).

Scenia  adoptó como vía regia para su YogHicidad (léase: su Yoga-poiesis) la actividad transdisciplinaria, intercultural, noésica y  (meta)transpersonal, en una apuesta por dar vida y a su tiempo, trascender, una Axio-Epistemología Vital. [Nota: una lectura del prefijo 'meta' puede hallarse en Elías Capriles, quien propone la Psicología Metatranspersonal).

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Mientras descendemos de nuestra nube,  caemos en cuenta que la discusión que dejamos ha tomado un interesante giro: La INTENSIDAD no depende ya tanto del estilo o escuela cuanto de la aplicación y repertorio del practicante. Se distingue ahora entre:

(1).- La Intensidad como dotación energética:
Aquí incluían a aquellos que, por dotación natural y/o muy dedicados a las prácticas psicofísicas (fakiristas, danzaqs, artistas marciales, yoguistas, etc.) muestran un desempeño superior en supervivencia (en una caja de vidrio, una cueva), proyección de la energía vital (separar nubes, contener personas) y siddhis en general.

(2).- La Intensidad como disciplina:
Sin necesariamente exhibir el rendimiento de las personas consideradas en el rubro anterior, los yoghis intensos destácanse ahora por 3 componentes: a).- El logro relativo en la performance de procesos y formas; b).- su moderación en las prácticas y c).- su regularidad.

(3).- La intensidad como cultivo integral del Yoga:
A mayor recorrido concienciado y cualificado del árbol del Yoga, por su tronco común, sus diferentes miembros y ramas, mayor Intensidad.

(4).- La Intensidad como conciencia y persistencia de un Proyecto: valores, fines, medios,  prioridades, planes de contingencia equifinales: 
Particularmente importante para quienes, renunciando a  la comodidad del aislamiento y repliegue en su vida privada, profesional o fruitiva, se sensibilizan al “Llamado” (Demanda – Encargo Cósmico y Social) y se abocan de corazón a la más elevada de las disciplinas que es “Cumplir una Misión”.

La conjugación de (2) (3) y (4) resulta en almas dedicadas, entusiastas, regulares en sus prácticas, que no subemplean ni exceden sus respectivos  marcos  bajo presión;  se sienten colmadas por las bendiciones; son, dejan ser y facilitan a otros el ser.

(5).- La intensidad como el alcance vinculante o nivel de performance (y sus requisitos de desempeño) que el marco exige de un alma dada en cada uno de sus miembros (vg. Yama, Niyama, Asanas, etc.) o técnicas (Mahamudra, etc), según su nivel de desenvolvimiento. El yoghi con ánimo de avanzar y en tanto que avance en el sendero, tendrá que cumplir sus votos y prácticas con proficiencia, en medio de ambigüedades, galimatías, metalógicas, paradojas y entornos complejos en general. En lo que toca a la responsabilidad de las proferencias del yogHi según su intensidad, alguien ilustró el despliegue de una cuota superior en estos términos: "Actúa como si todo lo que hicieres, todo lo que dijeses, todo lo que pensares y sintieses pudiera transformarse en una Ley del Universo."

(6).- La intensidad como la cuota de silencio-organización requeridos en la ‘Sadhana ≡ Vida’ para la reducción de la justi-distancia entre la consciencia individual y  la Suprema Verdad Absoluta, funcional a la conductividad del Logos (atractor de la espiritualidad propia de la Era).

Finalmente,

(7).- La intensidad como Oratoria del Silencio es accesible únicamente por vía YógHica. La intensidad (concepto y referente) sólo se adquiere por ejercicio de la intensidad misma. De otro modo es sombra. Parafraseando al TAO: "La Intensidad que puede decirse, no es la Intensidad verdadera."

Complacidos, no hicimos menos que sonreír.

Epílogo.-

Es costumbre en los medios Yoga, Mágico e Iniciático reconocer y reverenciar la INTENSIDAD ESENCIAL que habita todas las almas. Se hace preferentemente al momento del saludo y/o durante la despedida de nuestro(a) interlocutor(a).  Y se dice con el cerebro y el corazón alineados:


= ¡NAMASTÉ! =

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